Periódicamente revisa tu frecuencia cardiaca durante tu rutina de entrenamiento para medir los niveles de intensidad. Existen dos formas de hacer esto:
· Mídete el pulso una vez que hayas ejercitado, al menos, durante cinco minutos.
Una forma sencilla de chequear tu pulso sin interrumpir tu actividad completamente es sacar una rápida cuenta de seis segundos y luego multiplicar ese número por 10 para obtener los latidos por minuto.
Si tu pulso se encuentra dentro del tu rango ideal, entonces estás en camino.
Si notas que te encuentras por debajo del mismo, incrementa tu velocidad, o la inclinación o resistencia de la máquina y vuelve a contar.
Si notas que tu ritmo cardíaco está muy alto, disminuye la intensidad del ejercicio.
· Utiliza un monitor de frecuencia cardíaca. Sin dudas, esta es la forma más sencilla de medir tu intensidad ya que el aparato lo hará todo por ti.
Lo único que debes hacer es mirar al reloj digital para ver cuál es tu ritmo cardíaco actual en latidos por minuto y/o porcentajes (por ejemplo, 65%).
Consejos adicionales
en en cuenta que todo se basa en una fórmula y hay personas que se salen de los promedios normales.
Tu Ritmo Cardíaco Ideal puede cambiar con el tiempo, según los cambios en tu condición física, de modo que resulta apropiado reevaluar tu rango cada unos pocos meses.
· Algunos medicamentos (tal es el caso de los betabloqueantes) pueden afectar el ritmo cardíaco durante el ejercicio.
Una persona que ingiere betabloqueantes puede estar entrenando a una gran intensidad sin nunca alcanzar su Ritmo Cardíaco Proyectado.
· En consecuencia, habla con tu médico para determinar cuál es la intensidad de ejercicios apropiada para ti.
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